Especial para Infobae de The New York Times.
PARÍS — Hadj Benhalima retrocedió unos pasos para coger impulso, luego se precipitó hacia el edificio; apoyando el pie en la pared se impelió hacia arriba y estiró el brazo.
En el punto culminante de su salto, apretó un interruptor de luz, a más de tres metros del suelo. Se oyó un chasquido y las luces brillantes de una barbería cercana se apagaron al instante.
“Uuuu”, sus amigos vitorearon cuando Benhalima, un joven delgado de 21 años vestido todo de negro, aterrizó de nuevo en la acera. Era el segundo letrero luminoso que había apagado en una reciente gira nocturna por los barrios de lujo de París. Le seguirían muchos más en sus saltos y acrobacias por la ciudad.
En los dos últimos años, grupos de atletas jóvenes que practican el “parkour” —un deporte que consiste en correr, escalar y saltar por obstáculos urbanos— se han paseado durante las noches por las grandes ciudades francesas apagando los letreros de los comercios, a fin de luchar contra la contaminación lumínica y ahorrar energía.
Los videos de sus hazañas, en los que se ve a artistas aéreos cual Hombre Araña aferrándose a fachadas de piedra y a los bordes de los balcones antes de sumir las calles en la oscuridad con el toque de un interruptor elevado, han sido populares en las redes sociales desde que comenzó este movimiento.
Pero estas operaciones denominadas “Luces apagadas” han cobrado mayor resonancia en los últimos meses, ahora que Francia se ha embarcado en esfuerzos de conservación de la energía para hacer frente a la obstrucción del gas en Europa por parte de Rusia.
París, la Ciudad de la Luz, es uno de los objetivos favoritos. Aunque ahora sus monumentos emblemáticos se apagan antes de lo habitual, muchos letreros de tiendas siguen encendidos toda la noche.
“Todos pueden contribuir a su propia manera” para ahorrar energía, afirmó Kevin Ha, el líder del colectivo parisino de “parkour” On The Spot, que tiene 20 integrantes. “Empleamos nuestras habilidades físicas para buenos fines”.
Varias veces al mes, Ha y sus compatriotas se encuentran recorriendo París a la caza de letreros luminosos de tiendas o carteles publicitarios eléctricos colocados sobre toldos.
Buscan los pequeños interruptores de emergencia instalados en el exterior de los escaparates, que suelen estar a una altura de entre 3 y 4 metros. La mayoría de las veces, estos interruptores solo controlan los carteles exteriores, lo que significa que el grupo no puede apagar los escaparates que bañan el interior de una tienda con una luz dorada y dispendiosa.
Quizá haya a quienes les parezca una forma de allanamiento escalar en la propiedad ajena para apagar luces, pero los atletas de “parkour” —o justicieros no violentos, para algunos— insisten en que sus actividades solo buscan hacer cumplir reglas que suelen ignorarse.
Hace más de una década, el Ayuntamiento de París emitió órdenes que obligaban a los comercios a apagar todos los letreros y escaparates desde la una de la madrugada hasta las seis de la mañana, pero casi todos ignoran la directiva sin que prácticamente haya consecuencias.
“Durante 10 años no ha habido ningún seguimiento, ningún control, ninguna sanción”, afirma Anne-Marie Ducroux, directora de la Asociación Nacional para la Protección del Cielo y el Medio Ambiente Nocturno, que lleva mucho tiempo presionando para aumentar los esfuerzos contra la contaminación lumínica.
Es por eso que los miembros de On The Spot han tomado cartas en el asunto. El grupo se reúne a menudo en el llamado barrio del Triángulo de Oro, en el oeste de París, epicentro del lujo francés, donde los elegantes edificios de la época de Haussmann con fachadas de color crema bordean las calles.
Hacer cumplir las normas en lugar de las autoridades entra, sin duda, en una zona gris desde el punto de vista legal. Pero el grupo afirma que todos los policías con los que se han encontrado durante sus rondas han aprobado la iniciativa, siempre que no cause daños. Además, cuentan con el pleno apoyo del ayuntamiento.
“Tienen razón en hacer algo al respecto”, afirmó Dan Lert, teniente de alcalde de París encargado del medioambiente. “También es gracias a ellos que acabaremos con estos hábitos fatales”.
Dali Debabeche, otro miembro de On The Spot, explicó que estas misiones nocturnas le permitían perfeccionar sus habilidades de “parkour” y al mismo tiempo “enviar un mensaje” sobre la protección del medioambiente. “Matamos dos pájaros de un tiro”, dijo.
Ha, de 30 años, contó que el colectivo On The Spot se inspiró en la Wizzy Gang, de Rennes, Francia, el primer grupo de “parkour” que tuvo la idea de apagar con acrobacias los letreros de las tiendas. Un ingenioso video de una de estas prácticas que publicaron en Instagram en 2020 alcanzó más de 700.000 visualizaciones. Poco después, surgieron iniciativas similares en todo el país.
“Se podría decir que somos una generación que está cargando con el peso del calentamiento global”, sostuvo Mathieu Brulard, de 27 años, miembro de la Wizzy Gang. Añadió que ya no creía “que la solución vaya a venir de los líderes políticos”, y que estas rondas para apagar las luces eran solo el ejemplo más reciente de que una generación joven está dispuesta a actuar.
Las ciudades más pequeñas de Francia deben acatar decretos de apagado de luces similares al de París, normas que, según las autoridades, podrían ahorrar suficiente electricidad para abastecer a 750.000 hogares cada año.
En una reciente expedición nocturna, cinco miembros de On The Spot estaban en su elemento. Las calles que los rodeaban relucían con las brillantes fachadas de las boutiques de ropa de lujo y los deslumbrantes escaparates de las tiendas de belleza y deporte.
“Excelente”, exclamó Benhalima, mientras veía con emoción lo que sucedía. Al ver el letrero fulgente de un banco francés donde tiene una cuenta, se apresuró a trepar un tubo y apagarlo. “Mi favorito”, dijo con una sonrisa.
Al final de su recorrido, a las 3: 30 a. m., habían apagado casi 40 letreros.
Muchas de las tiendas afectadas no respondieron a las solicitudes de comentarios sobre lo que hacían estos practicantes de “parkour”. Quienes sí comentaron algo al respecto dijeron que sus letreros estaban encendidos por la noche debido a problemas con sus sistemas de control automático de iluminación.
Algunos empleados comentaron que no conocían los decretos sobre los horarios de los letreros luminosos y cuestionaron la legalidad de la actividad del grupo. “¿Acaso tienen permiso para hacer esto?”, preguntó el empleado de una perfumería.
El movimiento “Luces apagadas” tal vez nunca haya sido más relevante que en la actualidad, ya que Francia avanza hacia lo que el presidente Emmanuel Macron llamó una nueva era de “sobriedad” energética.
Hace poco, las autoridades parisinas comenzaron a apagar antes de lo habitual las luces ornamentales de los monumentos, como parte de un plan para reducir el consumo de energía un 10 por ciento este invierno.
El gobierno también publicó este mismo mes un decreto que unifica las normas de apagado de los carteles publicitarios en toda Francia. Ahora deben apagarse de la una a las seis de la mañana; su incumplimiento se castiga con una multa de 1500 euros (1480 dólares).
Sin embargo, Ducroux, la cabildera, dijo que la nueva norma carecía de la ambición que se necesita ante la actual crisis energética.
Pero es posible que la iniciativa del “parkour” sí esté surtiendo el efecto deseado.
Ha comentó que, en los últimos meses, varios comercios ya no han dejado las luces encendidas después de que su grupo se las apagara. Espera que otros hagan lo mismo.
“Al menos, yo dormiré mejor”, afirmó.