La última vez que Diego Schwartzman jugó un partido en la cancha central del Buenos Aires Lawn Tennis fue el 7 de marzo, cuando derrotó en dos sets a Francisco Cerúndolo y conquistó su primer título como local. En ese momento, el Peque estaba noveno en el ranking y miraba hacia el resto de la temporada con mucha ilusión. Lo que vino después no fue exactamente lo que esperaba. Algunos altibajos en su juego y un poco de cansancio mental no lo dejaron rendir al máximo. Y eso, sumado al ascenso de algunas jóvenes estrellas, le costaron una caída en el ranking. Pero en los últimos meses, el Peque, hoy 15° del mundo, parece haberse reencontrado con su mejor nivel y, en la previa del duelo entre Argentina y Bielorrusia que lo llevará otra vez a la Catedral del tenis argentino, se mostró muy optimista por lo que se viene.
“El último año y medio, con la pandemia, fue muy difícil sostener el mejor nivel por las condiciones que tuvimos para viajar y por haber pasado tanto tiempo lejos de casa, prácticamente sin equipo. El año pasado terminé top 10, sí, pero estamos hablando de un año y pico en el que pasé menos de dos meses en casa y viajando con dos personas. Es muy jodido. Teniendo en cuenta todo eso, siento que haberme mantenido en el top 15 es un paso enorme. Más aún porque todavía quedan torneos en el año y estoy jugando otra vez a mi mejor nivel y podría subir un poco más antes del final de la temporada”, analizó el porteño, primer singlista del equipo argentino.
Schwartzman comentó que esa realidad la vivieron todos -o casi todos- los jugadores latinos, que quedaron otra vez en desventaja respecto de los europeos en medio de las restricciones de viajes y los protocolos por el coronavirus.
Schwartzman entrena bajo la atenta mirada de Gastón Gaudio en el BALTC. Foto Sergio Llamera/Prensa AAT
“Los europeos, que dieron un salto de calidad y se metieron ahí arriba, tienen una ventaja enorme, porque cada semana están en sus casas y eso hay que tenerlo en cuenta. A mí este año me costó sentirme bien a veces por el desgaste mental y físico de todos estos meses con esta manera de viajar y competir. Quizás cuando se vuelva a acomodar todo, habrá algunos cambios de nuevo en el ranking y cuando sea más fácil viajar, volver a casa y estar mejor acompañado, eso se trasladará al tenis y muchos jugadores que se fueron un poco para atrás -yo creo que por ese cansancio que decía- van a levantar otra vez el nivel”, reflexionó.
El Peque, sin embargo, reconoció que el ascenso de jugadores jóvenes como el italiano Matteo Berrettini (7°), el noruego Casper Ruud (10°), los canadienses Felix Auger Aliassime (11°) y Denis Shapovalov (12°), el polaco Hubert Hurkacz (13°) y el italiano Jannik Sinner (14°) -todos sub 25 que lo superaron en el ranking- es parte de un proceso lógico.
“Ellos están haciendo el camino típico de cualquier jugador que tiene condiciones muy buenas. Están muy preparados y se meten de tan chicos en el circuito que quizás a uno le parece que están jugando hace mucho y de repente pegan un salto de calidad. Pero es un proceso normal. Muchos jugadores que hoy están entre los 25 o 30 del mundo, quizás están en el circuito hace dos años y hoy, después de un proceso de crecimiento y de reconocimiento de los torneos y de los rivales, empiezan a rendir muy bien en los certámenes más grandes. Es normal que estén ahí, porque tienen un nivel muy alto”, comentó.
-¿Eso significa que el cambio generacional es inminente y la era del Big 3 está llegando a su fin?
-Puede ser y es lógico que vaya pasando. Quizás lo ilógico era que cada año nos preguntáramos cuánto más podían aguantar Roger (Federer), Rafa (Nadal) y (Novak) Djokovic sosteniendo ese nivel, ganando todo lo que jugaban y arrasando como lo hacían. Creo que Rublev, Tsitsipas, Medvedev, Zverev y Thiem, aunque es un par de años más grande, fueron madurando con el paso de los años y el mano a mano contra esos tres jugadores se hizo cada vez más parejo.
Y agrega, el Peque: “Igual creo que ellos tres siguen siendo leyendas y que cuando están bien físicamente, son los mejores. Pasa que este último año, el suizo y el español tuvieron algunas lesiones que los apartaron más del circuito de lo que se esperaba. Pero Rafa y Nole, mientras compitieron, lo hicieron en un nivel altísimo. De todas maneras el cambio de generación se está dando, porque se vienen jugadores que son muy buenos desde chicos y que están completando el proceso de maduración que necesitaban para terminar de hacer efectivo ese relevo”.
“Somos favoritos y no hay problema en serlo”
Schwartzman liderará en la cancha el equipo argentino que buscará un triunfo ante Bielorrusia para ganarse un lugar en los Qualifiers de 2022, clasificatorios a las Finales del próximo año. Argentina parte como gran favorita ante un rival que llegó sin sus mejores jugadores -su primer singlista, Alexander Zgirovsky, tiene 20 años y está 1.233 en el ranking-, pero esa chapa de “candidato” no le pesa al Peque.
“Lo digo siempre, uno es favorito o no porque se lo ganó, porque llegó a cierto nivel de su carrera en el que empieza a enfrentar a rivales de menor ranking. Pero eso no afecta mucho en el tenis. En esta serie, en todo caso, va a ser más importante el hecho de no conocer al rival que el ranking de los jugadores. Eso es lo que a veces te hace tardar un poco entrar en ritmo y encontrar tu mejor tenis. Está claro que somos favoritos y no hay problema en serlo”, afirmó el porteño.
“Tenemos un equipo firme y completo como para poder aspirar a volver al Grupo Mundial. Este es el primer paso que tenemos que dar para volver a competir en febrero y tener la chance de llegar a las Finales. Vamos a jugar en condiciones que nos favorecen. Tenemos que enfocarnos en lo nuestro y ojalá salga todo muy bien”, continuó.
Además del favoritismo por ranking, Argentina tendrá un plus por jugar de local y con gente en las tribunas. Y el Peque lo sabe.
“Este es un estadio con muchísima historia para el tenis argentino, en el que hace unos meses tuve una alegría muy grande. Eso es algo muy lindo. Y encima, vamos a tener público, lo que le da un condimento extra que no esperábamos hace unos días. Es una sensación muy fea jugar con las canchas vacías. La gente en un torneo de tenis cambia muchísimo las sensaciones, los nervios y la satisfacción cuando uno rinde bien. Yo siempre lo disfruto más y hasta siento que rindo mejor”, comentó Schwartzman.