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El nuevo líder de Estado Islámico sigue bajo un halo de misterio y aún no ha aparecido en público
MADRID, 25 (EUROPA PRESS)
El 26 de octubre de 2019 el líder de Estado Islámico, Abú Bakr al Baghdadi, se hizo saltar por los aires al verse acorralado por efectivos estadounidenses en el noroeste de Siria, donde estaba escondido. Meses antes, el ‘califato’ físico había dejado de existir. Pero como ocurrió con Al Qaeda tras la muerte de Usama bin Laden en mayo de 2011, la amenaza de Estado Islámico no ha desaparecido.
El grupo terrorista tardó pocos días en designar a su sucesor, en un intento quizá de demostrar que su pérdida no suponía un golpe fatal para la organización, que en su mejor momento llegó a controlar una amplia zona de Siria e Irak pero que ya estaba en horas bajas. El 31 de octubre se confirmaba la muerte de Al Baghdadi y se anunciaba a su sucesor: Abú Ibrahim al Hashimi al Quraishi.
Pero al margen de su nombre, y que al llamarse Al Quraishi descendía teóricamente del profeta Mahoma –lo que le permitía ser nombrado como califa–, poco se sabía sobre la verdadera identidad del nuevo líder, si bien los expertos apuntaron pronto a que podía tratarse de Amir Muhamad Said Abdelrahman al Mawla, también conocido como Hajji Abdulá.
Sobre Al Mawla pesaba ya una recompensa de 5 millones de dólares como terrorista buscado por parte de Estados Unidos por su papel en el secuestro, asesinato y tráfico de mujeres yazidíes en el noroeste de Irak. Dicha recompensa fue elevada a 10 millones en marzo, cuando Washington llegó a la conclusión de que Al Mawla era el nuevo líder de Estado Islámico. No obstante, esta recompensa dista mucho de los 25 millones que se ofrecían por información sobre Al Baghdadi.
En su oferta de recompensa, el Departamento de Estado asegura que ya era un “destacado líder” del grupo del que surgió Estado Islámico, Al Qaeda en Irak (AQI), y que “ascendió rápidamente en sus filas para asumir un puesto de liderazgo como ‘número dos'” de Al Baghdadi. Además de su papel en la persecución de la minoría yazidí, “también lideró algunas de las operaciones terroristas mundiales del grupo”.
BIOGRAFÍA CON MUCHAS LAGUNAS
En realidad, poco más se sabe sobre su biografía. Al Mawla habría nacido en 1976 en una localidad próxima a Mosul de mayoría turcomana, lo que se aprovechó en parte para poner en entredicho su supuesto linaje como descendiente de Mahoma, si bien la tribu a la que pertenece sí sería árabe, lo que desmontaría este extremo.
Según explica el experto en Estado Islámico Hassan Hassan en un artículo del Center por Global Policy (CGP), al igual que Al Baghdadi, el nuevo líder de Estado Islámico recibió formación religiosa y tiene un título en estudios islámicos de la Universidad de Mosul. Además, su padre fue imán en una mezquita de esta ciudad.
El 6 de enero de 2008 Al Mawla fue capturado en Mosul por las fuerzas estadounidenses. Según informó entonces el Mando Central estadounidense, se creía que era el ‘número dos’ de Al Qaeda en Irak en dicha ciudad y habría sido “responsable de aprobar objetivos para ataques terroristas”, además de haber ejercido previamente como “juez de un sistema judicial ilegal implicado en ordenar y aprobar secuestros y ejecuciones”.
Aunque se ha especulado con que Al Mawla coincidió con Al Baghdadi en Camp Bucca, el conocido centro de detención estadounidense por el que pasaron quienes con los años se convertirían en los principales dirigentes de Estado Islámico, las fechas no concuerdan, si bien tampoco hay pruebas de lo contrario.
Recientemente, el Centro para Combatir el Terrorismo (CTC) de West Point publicó un artículo en el que se repasan algunos de los “informes de interrogatorio táctico” (TIR, por sus siglas en inglés) del periodo en que Al Mawla estuvo detenido, en un esfuerzo por arrojar algo más de luz sobre el nuevo líder de Estado Islámico.
A sus interrogadores les contó que cumplió con el servicio militar entre 2001 y 2002, que estuvo en la Infantería y que ocupó un cargo de tipo administrativo. Sus estudios universitarios los completó en enero de 2007 y un mes después decidió unirse a Estado Islámico en Irak (ISI) para “detener a los combatientes que atacan a inocentes” y no “por el dinero”.
RÁPIDO ASCENSO EN LAS FILAS DE ESTADO ISLÁMICO
Su ascenso en las filas de la organización es meteórico, ya que a los pocos meses le nombraron responsable de la ‘sharia’ en Mosul, si bien los expertos que han analizado los documentos advierten de que en realidad Al Mawla pudo mentir sobre su entrada en el grupo, que podría haberse producido mucho antes.
Independientemente de ello, según sus palabras, pasó a asumir varias funciones, entre ellas la de mediar en las disputas con otros grupos, nombrar a jueces e incluso dictar sentencias en varios casos. Hasta que se convirtió en ‘número dos’ del grupo en Mosul y por su rango estuvo al tanto de sus actividades, como secuestros, ejecuciones y asesinatos.
Por otra parte, en los documentos analizados –tres de los más de 60 que habría– Al Mawla ofrece información sobre unas 20 personas así como detalles sobre la estructura organizativa de ISI en Mosul. Según los autores del estudio, tras cotejar con otros documentos y fuentes, se ha llegado a la conclusión de que los nombres ofrecidos eran reales y que la información que suministró podría haber ayudado a eliminar a un alto cargo del grupo.
Al Mawla fue liberado un año después. Según Hassan, fuentes iraquíes aseguran que su puesta en libertad se produjo después de que negara haber jurado lealtad a Al Qaeda y tras informar sobre otros yihadistas. No obstante, el experto subraya que la información ofrecida podría haber sido falsa o inventada puesto que, como advierten fuentes iraquíes, resulta difícil pensar que fuera una persona cercana a Al Baghdadi antes de su muerte si había informado sobre sus compañeros de lucha.
Casi un año después, el nuevo líder no ha dado la cara ni tampoco se ha dirigido a su legión de seguidores en todo el mundo en un mensaje de audio, contribuyendo así a acrecentar las especulaciones sobre su identidad y sobre su capacidad real de mando, si bien también podría ser una táctica para protegerse y evitar ponerle en el punto de mira de las fuerzas antiterroristas.
LLAMAMIENTO A NUEVOS ATAQUES
Quien sí ha hablado en vísperas del aniversario de la muerte de Al Baghdadi ha sido el portavoz del grupo, Abú Hamza al Quaraishi, que publicó el 18 de octubre un mensaje de audio en el que entre otras cosas llama a seguir cometiendo ataques y a asaltar prisiones para liberar a detenidos, como ya hizo el grupo en Afganistán el pasado verano.
El portavoz hizo mención especial a los milicianos en varios países de África, a los que instó a atentar contra los gobiernos y las “empresas cruzadas” y a frenar las “campañas de cristianización” en curso. El continente se ha convertido en uno de los principales campos de batalla de Estado Islámico en los últimos años.
Estado Islámico en África Occidental (ISWA), que opera en la cuenca del lago Chad y tiene desde 2019 bajo su paraguas a Estado Islámico en el Gran Sáhara (ISGS), que opera en Burkina Faso, Malí y el oeste de Níger, han recrudecido sus acciones, como también lo ha hecho Estado Islámico en África Central (ISCA).
Esta última filial, creada en 2019, actúa principalmente en el este de República Democrática del Congo (RDC) y en la provincia de Cabo Delgado, en el norte de Mozambique, pero el 14 de octubre perpetró un ataque en el sur de Tanzania con una veintena de muertos.
En cuanto a Siria e Irak, donde se forjó Estado Islámico, el grupo también ha intensificado en los últimos meses sus acciones. En el primer país, vuelve a operar en zonas liberadas mientras que en el segundo está sabiendo aprovechar la complicada coyuntura política, económica y social. También en Afganistán, el grupo sigue activo, al igual que en Somalia y Yemen, aunque en mucha menor medida.
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