Vivimos corriendo. Planillas, reuniones, relojes que no se detienen, notificaciones constantes, agendas llenas. El Kronos, ese tiempo medido, cuantificable, el del reloj y el calendario, domina gran parte de nuestras vidas. Es el tiempo de la productividad, de los plazos, de las tareas que se tachan en una lista. Nos empuja. Nos exige. Nos agota.
Pero existe otro tiempo, más sutil, más sabio: el Kairós. El tiempo de la oportunidad, el momento justo, ese que no se mide en minutos sino en profundidad. Es el tiempo en que las cosas tienen sentido. Es cuando una conversación se vuelve inolvidable, cuando un abrazo cura más que mil palabras, cuando una idea nace y cambia el rumbo. El Kairós no se corre, se habita.
La sabiduría antigua nos enseñaba que ambos tiempos coexisten. El desafío es saber cuándo actuar en Kronos y cuándo detenerse en Kairós.
¿Y en nuestra vida cotidiana?
« — Para ver la nota completa, ingrese a la url de la nota — »