
La psicología del color demuestra que los tonos que elegimos para vestirnos o decorar nuestro entorno influyen en cómo los demás nos perciben. Investigaciones publicadas en el *Color Research & Application Journal* identificaron tres colores clave que suelen asociarse con las personas más admiradas y respetadas. El azul marino encabeza la lista: transmite confianza, autoridad y serenidad. Es el color de la estabilidad y la sabiduría, por eso es habitual en contextos laborales o de liderazgo. Genera respeto sin resultar intimidante y refuerza la sensación de equilibrio emocional. El blanco, en cambio, proyecta honestidad y empatía. Asociado con la claridad y la transparencia, sugiere apertura y pureza de intención. Las personas que lo eligen suelen ser percibidas como confiables y cooperativas, cualidades que inspiran admiración genuina. Por último, el dorado simboliza éxito, inspiración y prestigio. Representa el logro personal y el magnetismo de quienes transmiten optimismo y liderazgo natural. No es casual que sea protagonista en celebraciones y premios, donde se valora el esfuerzo y la excelencia. Según los expertos, incorporar estos tonos en la vida cotidiana puede reforzar la autoestima y mejorar la percepción social. La clave está en combinarlos con autenticidad: la admiración verdadera no nace del brillo exterior, sino de la coherencia entre la imagen y la presencia emocional.

