Si se toma a los miembros del “big three” y lógicamente se habla de Novak Djokovic, Roger Federer y Rafael Nadal, sin ordenarlos por importancia o trascendencia sino simplemente como una simple enumeración y se los pone como una suerte de guardia imperial en la protección de ese reinado que supieron controlar durante muchísimo tiempo, ese imperio está amenazado.
Un enemigo, esa nueva generación que quiere tener su momento y su reinado absoluto, los quiere desplazar. Por otro lado ese “ejército” en el que se convirtieron los tres, en el que tuvieron sus disputas y aún tienen sus peleas, tiene una amenaza muy grande. Ya dejaron de ser entre ellos una suerte de enemigo propio, de rival de peligro, y tienen uno en común que los une a defender ese reinado.
La nueva generación, con Daniil Medvedev a la cabeza, pasa a ser una real amenaza; eso se da lógicamente por el crecimiento de esos jóvenes pero también porque Federer está en la enfermería de campaña, tratando de alistarse pero sin dar garantías de cuánta batalla podrá dar a su regreso, y porque Nadal sigue en una plena lucha pero con sus vaivenes en cuanto a la contundencia, fuerza y resistencia que lo caracterizaron siempre en el campo de batalla donde parecía impenetrable. Ahora da muestras de que puede ser derrotado.
Novak Djokovic permanece como el soldado héroe, el que sigue plantado, atacando y a la vez defendiendo ese fuerte que supieron construir; y el serbio, en lo individual, es el que quiere trascender.
Tal vez los tres sean los integrantes del ejército espartano que en la vieja Grecia no preguntaban cuántos eran los enemigos sino dónde estaban.
Djokovic tendrá a Medvedev del otro lado de la red y esa será una guerra imperdible en el Abierto de Australia.