Resulta interesante hacer el ejercicio de comparar las distintas recepciones que tuvieron en la propia industria del libro las obras de las dos máximas figuras políticas de la Argentina, sus dos últimos presidentes antes de la gestión de Alberto Fernández: Cristina Fernández y Mauricio Macri.
Cuando Cristina Fernández de Kirchner presentó en Mayo de 2019 su libro Sinceramente, la industria editorial se mostró en su mayor parte alborozada. Algunos se habrán sentido reconfortados por la irrupción de un enorme best seller en un momento de crisis profunda del sector, otros habrán adherido ideológicamente a la figura de la actual vicepresidenta y seguramente un sector mayoritario habrá festejado por partida doble: negocios e ideología. En todo caso, la adhesión fue extraordinariamente explícita. La presentación de Sinceramente fue nada menos que en la Feria del Libro en un acto que no ocultaba su carácter político. La autora estaba acompañada no por dirigentes de su partido o ex funcionarios de su gestión. A su lado estaban el editor general de Random House, Juan Boido, y la presidenta de la Fundación el Libro, María Teresa Carbano. Los segmentos culturales de algunos de los principales portales informativos de la Argentina se hicieron eco de la aparición del libro con un entusiasmo que hacía difícil diferenciar publicidad comercial, propaganda política o información. Por otro lado, no se conoció la expresión de ningún librero que se negara a vender o a exponer el libro.
En cambio, el libro de Mauricio Macri, Primer tiempo, pronto a aparecer, ya fue motivo de rechazo por parte de algunos libreros. Algunas librerías anunciaron que no lo venderían, otras que no lo exhibirían o que desaconsejarían su compra.
Desde ya que todos los comerciantes del libro tienen derecho a tener sus propias ideas políticas y que parte de la tarea de un buen librero es seleccionar su mercadería e impulsar las ventas en una u otra dirección, recomendando y opinando. Aún así, en estas expresiones lo que se advertía era una intervención política: porque tampoco es habitual que se anuncie orgullosamente a través de las redes cuáles serán los libros que serán dejados de lado y -dado que el libro todavía no estaba disponible- menos aún por razones que exceden la calidad del contenido.
Se trata de una toma de posición. Dado el carácter político no literario de esta intervención, decidimos consultar a varios autores su opinión sobre la actitud de estas librerías. ¿Es lícita? ¿Cada librero decide qué vender o qué no? ¿Se trata de un gesto autoritario? A continuación, sus reflexiones.
Pola Olaixarac. “A ésta no la leemos nunca más”, escribió un crítico, mientras otros me insultaban, cuando circuló que yo había firmado una carta de apoyo a la candidatura de Macri en 2015. Me enteré que me sacaron de circulación en algunas librerías y eso preocupó a los editores. “La derecha no lee, así que no te conviene estar con la derecha. Lo mejor es que pase el tiempo y que estas notas tuyas sean olvidadas”, me aconsejó una editora. Lo que me estaba diciendo era tenía que ser perdonada, labrarme un perdón de algún modo -por escribir! Me explicaron que los libreros deciden qué se vende, influyen sobre los lectores, por eso me convenía más el silencio -y no criticar al gobierno- si quería que mi libro se leyera, así me sacaban de la black list. Me sigue pareciendo ciencia ficción que crean que hay una única opción aceptable, un único voto viable. Es como tener una heladería que sólo sirve frutilla y que no haya chocolate.
Martín Kohan. Mi disposición general con los libros, aún con los que puedan parecerme deplorables, es leerlos, discutirlos, rebatirlos, cuestionarlos. Pero no restringir su circulación. Eventualmente pueden resultarme prescindibles, en cuyo caso ni se me ocurriría leerlos; pero tampoco, por eso mismo, me ocuparía de restringir su circulación. Admito que haya prevenciones con libros como Mein Kampf, por lo que pueden activar concretamente en la sociedad; pero estamos hablando de esos pocos casos extremos. Soy de los que consideran que la ideología del macrismo es penosa; si su libro la expone con consistencia, podría hasta valer la pena ocuparse de refutarla; si no la expone con consistencia, será sencillo pasarlo por alto. Limitar su venta -parece que hay librerías que solamente venden libros que digan lo que ellos mismos piensan- me resulta torpe; en principio, por las razones que ya di, pero también porque propiciaría que el autor insista con autopercibirse paladín de la libertad.
Laura Di Marco. Lo que muestran los libreros que no quieren vender el libro de Macri y otros libros es mostrar su veta totalitaria y una falta de mirada democrática y plural. A mí me pasó con el libro de La Cámpora que quisieron prohibir cuando salió y finalmente fue la mejor campaña publicitaria que pude tener. Volviendo al libro de Macri, no querer vender la biografía de un ex presidente es desconocer que fue un hombre que votaron 10 millones de personas. Las declaraciones de algunos libreros que justificaron su decisión en que fue un hombre que le hizo mucho mal a la Argentina, los coloca en un lugar de gendarmes del pensamiento que deciden lo que es bueno o malo. A nadie se le ocurrió decir “no quiero vender el libro de Cristina porque es una mujer que le ha hecho mucho mal al país y ha robado”. Eso no sucedió.
La persecución de lo distinto, el intento de unanimidad, de uniformar el pensamiento anula la diversidad que es el fundamento de una democracia moderna.
El kirchnerismo, que se ha apropiado del feminismo y del tema de la diversidad sexual, no tiene reparos en cancelar la diversidad de opiniones y miradas de los adversarios políticos. Si alguien dijera que solo se puede ser heterosexual, sería un escandalo y tildado de fascista. A mí me parece igual de fascista negarse a vender un libro porque un sector no está de acuerdo y sin embargo la mitad del país leería. Estos libreros le quieren indicar a la gente que leer y que no, ofende a una parte de la Argentina que votó a Macri, que apoya a Juntos por el Cambio que es nada más ni nada menos que un 40 por ciento de la sociedad. Para mí la verdad se esconde en este tipo de cosas.
Jorge Fernández Díaz. Llama a perplejidad que el jefe de Gabinete se haya transformado con su burla en el jefe de campaña del libro de Mauricio Macri. También que haya libreros negándose, con orgullo, a vender el libro de un ex presidente constitucional, e intelectuales haciéndose los distraídos con la violación de los derechos humanos en Formosa. Habiendo estudiado tanto al kirchnerismo, no puedo dejar de pensar además que detrás del episodio Sarlo y del vacunatorio VIP había un plan de clientelismo cultural para comprar simpatías y silencio, y que en otras épocas se hizo con prebendas y listas blancas. Tampoco puedo olvidar el momento en que intentaron evitar que Vargas Llosa inaugurara la Feria del Libro. Parecen progres, pero son fachos.
Luis Majul. Veamos. Diferenciemos los casos. Lo del tomatazo en la figura de “Macri- Gato”, “chico-grande” de Sudestada, Ignacio Portelli, es una jugada un poco berreta, para mi gusto, de marketing ideológico y de fidelización de público. Ni siquiera da para subirlo a la categoría de “acto de censura”. Desde mi perspectiva es “pan lactal de segunda marca” para hoy, y hambre para mañana. Porque si te reivindicás como un espacio que auspicia el debate de ideas ya arrancaste mal; te pusiste el traje de “facho”. En la entrevista que le hizo Eduardo Feinmann al dueño, el pibe le dijo que no vendería Primer Tiempo porque no iba darle espacio, en su pequeña librería, a un tipo que hizo pelota al país. Cuando le preguntaron si Cristina no había hecho pelota al país, y sin embargo sí había vendido el libro Sinceramente, el personaje empezó a balbucear. Ojo: son un grupo de pibes muy simpáticos y, hasta ahora inofensivos, que reinvindican no haber recibido ni un peso de subsidio de nadie. Desde el punto de vista práctico, no sé si van a sumar clientes, lectores o relevancia. Lo que sí te firmo es que le están ayudando a Macri a vender libros a lo pavote. Nunca un libro político tuvo semejante preventa: ya se compraron 30 mil ejemplares sin que se haya dado a conocer su contenido. Planeta hizo una primera tirada de 25 mil y acaba de reimprimir 30 mil más. El lunes se decide de cuánto será la tercera edición pero, como editor, ya te anticipo que se va hacia una tirada de 150 mil en cualquier momento. De manera que los auto percibidos progres, con el tomatazo, terminarán siendo funcionales a Macri. Lo mismo le pasó al kirchnerismo cuando envió al relator del relato, o el “converso”, como bien lo definió Pablo Sirvén, es decir, “Víctor Hugo Dos Morales”, a criticar, con saña y sin leerlo previamente, a mi libro El Dueño. Se venía vendiendo bien, pero esa reacción que fue armada en coordinación con el entonces productor genera de “Seis Siete Rocho”, Diego Gvirtz, hizo que El Dueño superara la barrera de los 400 mil ejemplares. En cambio la convocatoria a quemar los libros de Beatriz Sarlo sí me parece de verdad violenta. No hace falta que me remita a los hechos históricos, porque son ampliamente conocidos. Sí me parece un escrache, a una intelectual que no es de mis preferidas, bastante peligroso. Porque se empieza quemando los libros y se termina siempre en algo peor. De paso, debería acotar, también, que el editor de Siglo XXI, el mismo que la invitó a vacunarse y sumarse a la campaña a favor de la aplicación de la Sputnik V, debería, a estar altura, y paradójicamente, estar bailando en una pata. Apuesto diez a uno que los libros de Beatriz se van a empezar a vender como pan caliente, junto con el de Macri-Gato y con otro que empezarán a funcionar en dupla como el contradictor de Primer Tiempo: Sinceramente, el texto que firmó Cristina y que escribió la periodista y ex titular de Radio Nacional María Seoane. En ese sentido, los gerentes de marketing implícitos del libro de la vice fuimos quienes lo recomendamos una y otra vez. Yo, por ejemplo, lo leí, lo subrayé, lo usé en diferentes contextos. Es que se trata de una Cristina pura y dura, igualita a la de las escuchas legales de los diálogos con Oscar Parrilli y que revela todas las patologías políticas que padece. Es muy probable, entonces, que, a partir de ahora, se empiece a disparar una carrera de ventas entre Primer Tiempo y Sinceramente, que expresará además, el corte socio cultural de la archiconocida grieta. En efecto, mientras que los compradores del libro de Macri lo están pagando de su bolsillo y a través de Mercado Libro, casi la mitad de los compradores de Sinceramente fueron sindicatos y organizaciones asociadas al cristinismo, y por lo tanto, con acceso a cajas del Estado. A veces, hay libros que se compran de a dos. Perdón por la autoreferencia, pero siempre me pareció muy curioso que Los Dueños de la Argentina y Robo para la corona se adquirieran juntos. Es que uno, el de Verbitsky, quien en ese momento hacía buen periodismo, hablaba de la corrupción del Estado menemista, y el mío se metía con la connivencia entre los empresarios más ricos del país y el gobierno de Menem. Y esta referencia también demuestra que en la Argentina la historia siempre se repite una y otra vez, como el Día de la Marmota. Porque uno de los Dueños de la Argentina, parte uno, era Franco Macri, padre de Mauricio Macri, ex presidente de la Nación, y flamante autor de Primer Tiempo. Una cosa más: como editor de Margen Izquierdo, yo no dudaría en publicar un libro como el de Cristina. Los editores que amamos la industria y la mamamos desde pequeños no tenemos necesidad de publicar y divulgar solo los textos que nos gustan o de cuyo contenido estamos a favor. Margen izquierdo publicó la biografía no autorizada de Jorge Lanata, con gran repercusión y también la autobiografia de Jorge Rial, otro éxito de ventas. A la bio de Jorge la escribí yo, y, aunque fue crítica, porque no era autorizada, está claro que me siento muy cerca de él, que lo quiero y que lo admiro. A Rial, el autor de “Yo, el peor de todos”, no me une nada. Sin embargo, como editor, me ocupé de que estuviera bien escrito, y que su contenido resultara atrapante.
Marcelo Birmajer. Los responsables de Sudestada manifestaron que no iban a vender el libro de Macri en su librería porque, entre otros motivos, Macri había hablado bien de los militares.
La ex presidenta, actual vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, puso como jefe del Ejército a Cesar Milani, acusado de crímenes de lesa humanidad durante los años de la dictadura de Videla. Milani fue acusado por integrantes de las Madres de Plaza de Mayo y por las madres de los hijos que Milani está acusado de haber hecho desaparecer y torturar. Mientras que Macri habló -en todo caso- a favor de que las fuerzas armadas se tengan que subordinar al poder democrático y puso en los principales puestos de responsabilidad a militares sin ninguna relación con la violación a los derechos humanos de la dictadura militar. La actual vicepresidenta no solo puso a Milani a sabiendas de sus delitos como Jefe del Ejército, sino que lo sostuvo y lo defendió. Entonces es evidente que los responsables de Sudestada prefieren a Cesar Milani antes que a los militares que aceptan el funcionamiento republicano y democrático de la actualidad. En este aspecto al prohibir el libro de Macri en su librería, los responsables de Sudestada se niegan siquiera a escuchar a un ex presidente que está en contra de Milani, que está en contra de la represión de la dictadura de Videla y que está en contra de los autoritarismos hegemónicos de la actualidad, tales como el de la república islámica de Irán o la dictadura de Corea del Norte. Me parece que teniendo una librería y siendo de una edad relativamente joven, sería bueno que al menos hojeen el pensamiento de quién está en contra de los represores de la época de Videla como Milani y favorecen un sistema de vida democrático. Por lo menos hojearlo, por lo menos no prohibirse a sí mismos la posibilidad de atisbar un pensamiento distinto del pensamiento autoritario.
Para cerrar, a fines de los años 80 cuando yo trabajaba en el diario Sur existía una agrupación que se titulaba a sí misma Rodolfo Walsh y no paradójicamente salieron a marchar en defensa de la república islámica de Irán para atacar a Salman Rushdie, que en ese entonces estaba amenazado de muerte por el gobierno de Irán, y desagraviar y defender al Ayatollah Khomeini. El grupo Sudestada en esta prohibición stalinista, paradójicamente también macartista y de fascismo blando contra el libro de Macri, me recuerda a esa agrupación que salió a marchar a favor del Ayatollah Khomeini y en contra del escritor disidente.
Marcelo Larraquy. Mi opinión es que cada librero tiene derecho a vender lo que quiere. Siempre fue así.
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