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SIC goleó a CASI en el clásico, trepó a la punta y es el dueño de San Isidro

El clásico de rugby de San Isidro estuvo más de dos años sin disputarse a causa de la pandemia y volvió con una edición vibrante en la que SIC goleó a CASI por 41 a 15 en Boulogne con la figura excluyente de su capitán, Tomás Meyrelles, quien anotó un hat trick y fue el líder espiritual de un pack de forwards que salió a imponerse en el contacto desde el principio y que nunca dejó jugar a los delanteros rivales.

Meyrelles, de 25 años, se encuentra transitando su primera temporada como capitán de SIC y estuvo en duda para este encuentro por una lesión que arrastra en la cresta ilíaca desde el partido ante Newman y que no le permitió entrenar con normalidad en las últimas dos semanas.

“Este era mi primer clásico como capitán y no pensaba perdérmelo por nada del mundo”, explicó emocionado Tomás, quien a los cinco minutos ya había anotado dos tries de maul y luego sumó uno más a su cuenta personal tras una muy linda jugada que armaron Juan Soares Gache y Joaquín Lamas desde el centro de la cancha.

El SIC trepó a la punta del URBA Top12, ubicación que comparte con Newman. Foto: @sanisidroclub en Instagram.

El SIC trepó a la punta del URBA Top12, ubicación que comparte con Newman. Foto: @sanisidroclub en Instagram.

Meyrelles es marplatense y jugó hasta los 12 años en el club Sporting de su ciudad natal. Luego se vino a vivir con su familia a San Isidro e hizo las inferiores en SIC hasta que debutó en Primera en 2016 ingresando desde el banco y fue titular por primera vez en 2017, en un partido ante Duendes de Rosario por el Nacional de Clubes.

El octavo surgió de la exitosa camada ’96 de SIC junto a jugadores como Andrea Panzarini y Alejo Daireaux, que hoy también fueron titulares en el clásico, Santos Rubio -jugó en Intermedia- y Franco Moneta, quien emigró el año pasado al rugby español. Todos ellos fueron importantes en el campeonato que el equipo de Boulogne logró en 2019 y que está intentando revalidar en esta nueva edición del URBA Top 12.

Una tarde soñada para el SIC, en la vuelta del clásico. Foto: @sanisidroclub en Instagram.

Una tarde soñada para el SIC, en la vuelta del clásico. Foto: @sanisidroclub en Instagram.

Además de Meyrelles, se destacaron los wines Mateo Madero y Jacinto Campbell -autores de un try cada uno- y el apertura Joaquín Lamas, quien además de anotar un lindo try sobre la izquierda al inicio del complemento fue fundamental a la hora de construir juego y entregó buenas asistencias gracias a su velocidad y a su visión periférica que empleó a la perfección en el clásico.

CASI pudo hacer poco y nada: se vio sorprendido de entrada por la presión e intensidad que ejerció SIC con sus delanteros y se fue al entretiempo abajo en el tanteador por un categórico 8 a 34, que incluso pudo ser más amplio para el dueño de casa. En el complemento, los dirigidos por Patricio O’Reilly ensayaron una reacción y tuvieron a SIC durante 20 minutos jugando cerca de su propio ingoal pero no lograron capitalizar esa situación en puntos y el partido se les terminó esfumando.

Gracias a este triunfo SIC recuperó la punta -que comparte junto a Newman- mientras que CASI agudizó su mal momento y sigue antepenúltimo con apenas un partido ganado en el año sobre siete disputados.

El SIC le ganó 41 a 15 al CASI y trepó a la punta del torneo. Foto: @sanisidroclub en Instagram.

El SIC le ganó 41 a 15 al CASI y trepó a la punta del torneo. Foto: @sanisidroclub en Instagram.

Historial, protocolo y fiesta

Este fue el 132° clásico que se disputó en la historia: CASI ganó 69, SIC 53 y se registran 10 empates. Los dos últimos partidos que se jugaron en 2019 pre-pandemia habían quedado en manos del Atlético y el último triunfo del equipo de Boulogne databa de octubre de 2018, por lo que el desahogo fue importante.

Por un tema de protocolo, solamente pudieron ingresar al estadio los socios de SIC, quienes tiñeron de tricolor las tribunas cabeceras que estaban habilitadas. Los simpatizantes de CASI no se quedaron atrás: llegaron en caravana en un camión con acoplado que estacionaron detrás de la hache que da a la calle Darragueira y desde allí alentaron con trompetas, bombos y unas bengalas blancas, que cuando entró el equipo provocaron una neblina blanca y negra en la Zanja de Boulogne. Una verdadera fiesta que se cerró con el festejo del vencedor.

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