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Por qué se desaceleró el ritmo de vacunación contra el COVID-19 en Argentina

Si bien ya se logró vacunar al 47% de la población con ambas dosis, durante septiembre se desaceleraron las aplicaciones tanto de primera como de segundas dosis en Argentina (REUTERS/Agustin Marcarian)
Si bien ya se logró vacunar al 47% de la población con ambas dosis, durante septiembre se desaceleraron las aplicaciones tanto de primera como de segundas dosis en Argentina (REUTERS/Agustin Marcarian)

La Argentina recibió desde el exterior más de 67,7 millones de dosis de vacunas contra el COVID-19 desde diciembre pasado, produjo varias de ellas dentro de su propio territorio, e inmunizó al 47% de la población general con el esquema completo. El plan de inmunización fue lento durante los cuatro primeros meses, pero luego llegó a superar las 2,5 millones de dosis totales aplicadas en dos semanas de julio y una de agosto. Sin embargo, desde septiembre el ritmo de las aplicaciones se está desacelerando: volvió al nivel de la segunda quincena de junio pasado.

Durante las últimas dos semanas de septiembre, las aplicaciones de dosis de vacunas no superaron 1,7 millón de dosis semanales, según el Monitor Público de Vacunación del Ministerio de Salud de la Nación al 26 de septiembre. Esa desaceleración en las aplicaciones está relacionada con múltiples razones, según expertos en infectología y bioinformática consultados por Infobae: hubo demoras en la llegada de segundas dosis de algunas vacunas -como el segundo componente de la Sputnik V y la segunda dosis de la vacuna desarrollada por la Universidad de Oxford y AstraZeneca-, y existen barreras por la logística de distribución dentro de cada provincia, especialmente en el alcance de áreas rurales.

Además, aunque la mayoría aceptó combinar dosis de vacunas diferentes (como se propuso desde agosto ante la escasez de dosis), hay personas que prefieren la segunda dosis elaborada por el mismo laboratorio y aún están esperando la aplicación. A esto se suma que otras personas todavía tienen dudas sobre la vacunación, y otras que minimizan el riesgo de contagiarse el coronavirus y consideran que no necesitan protegerse con los inoculantes, en este momento en que la segunda ola de la pandemia está en retroceso.

Las semanas epidemiológicas 36, 37 y 38 corresponden al mes de septiembre: hubo menos aplicaciones de dosis de vacunas contra el COVID-19
Las semanas epidemiológicas 36, 37 y 38 corresponden al mes de septiembre: hubo menos aplicaciones de dosis de vacunas contra el COVID-19

La Argentina está hoy reportando solo 1.596 casos de COVID-19 en la media semanal, por debajo de la semana del 21 de junio del 2020. Hubo también descensos en el número de pacientes en terapia intensiva y en fallecimientos, mientras los niveles de movilidad en las ciudades han vuelto a ser similares a los meses anteriores al inicio de la pandemia.

Pero la variante de preocupación Delta del coronavirus, que generó rebrotes de COVID-19 en países como Estados Unidos, el Reino Unido o Israel, entre otros del hemisferio norte, y se convirtió en la predominante a nivel mundial, hoy ya circula en la Argentina. Y existe el riesgo de que los casos de infectados por el coronavirus suban nuevamente por la circulación más persistente de Delta o por la posibilidad de que se generen nuevas variantes de interés o de preocupación. Por esta razón, los expertos señalan que completar los esquemas de vacunación cuanto antes es clave.

“Argentina está en una situación epidemiológica favorable. No solo ocurre en Ciudad de Buenos Aires, donde no se están reportando muertes, sino también en el país. Pero hay que tener en cuenta que la pandemia no terminó”, comentó a Infobae la doctora Angela Gentile, de la Sociedad Argentina de Pediatría y miembro de la Comisión Nacional de Seguridad en Vacunas.

Argentina llegó a la primavera 2021 con la segunda ola de COVID-19 en retroceso (REUTERS/Agustin Marcarian)
Argentina llegó a la primavera 2021 con la segunda ola de COVID-19 en retroceso (REUTERS/Agustin Marcarian)

“Hay que seguir tratando de completar esquemas de vacunación hasta llegar por lo menos al 70% de la población con dos dosis. Ese porcentaje es clave para variantes de alta transmisibilidad como Delta. Además hay que continuar con la vigilancia epidemiológica buscando casos de personas con COVID-19 y sus contactos estrechos, detectar casos asintomáticos, y con la vigilancia genómica para ver realmente cuáles son las variantes que están circulando”, enfatizó la doctora Gentile.

La especialista en infectología y vacunas advirtió que “puede haber brotes de casos con la variante de preocupación Delta o con variantes de interés como Mu. La magnitud del brote estaría en relación con el número de personas vacunadas y con la vigilancia epidemiológica y genómica. De esta manera, también se podrá hacer prevención para la introducción de otras variantes que puede emerger en el futuro”.

El plan de vacunación había empezado en diciembre con los grupos priorizados, como el personal de la salud, los docentes, las personas mayores de 60 años y los adultos con factores de riesgo. En esos grupos, la cobertura es alta hoy. Por ejemplo, más del 82% de las personas mayores de 60 años tiene el esquema completo de vacunación.

Entre los grupos de adultos que más falta la vacunación se encuentran los mayores de 18 a 39 años. Aún no se llegó a inmunizar al grupo completo de los adolescentes con factores de riesgo que se había autorizado en julio, y recién se empezó a vacunar a los que no tienen comorbilidades en la segunda quincena de septiembre. Está pendiente la autorización para usar la vacuna en niñas y niños.

Más del 82% de las personas mayores de 60 años tiene el esquema completo de vacunación (Foto: Franco Fafasuli
Más del 82% de las personas mayores de 60 años tiene el esquema completo de vacunación (Foto: Franco Fafasuli

Teresa Strella, directora de epidemiología de la provincia de Chubut y miembro del grupo central de la Comisión Nacional de Inmunizaciones (CoNaIn), explicó las razones de la desaceleración del ritmo de las aplicaciones de vacunas durante septiembre. “Es multifactorial. Por una parte, se desaceleran las primeras dosis porque hoy se encuentra la mayor proporción de población vacunada. Al ser una vacuna voluntaria, la proporción restante resulta ser aquella que por diferentes razones aún tiene dudas, falta de convencimiento sobre la importancia del rol de una vacuna en la salud de la población y en particular en el escenario actual”, afirmó Strella al ser consultada por Infobae.

También la doctora Strella señaló que con respecto a las segunda dosis, “la desaceleración posiblemente se relaciona a la dinámica de las estrategias implementadas, a la organización local de los equipos, a la especulación de la población respecto de la intercambiabilidad y la decisión de aguardar la segunda dosis con Sputnik V, a pesar de disponer de una vacuna de ARN mensajero para completar el esquema”.

Otro factor que destacó la especialista de la CoNaIn es que “el descenso de casos de COVID-19 en el país también colabora la sensación de relajamiento no solo de las medidas de prevención sino en la falsa seguridad de prescindir de la vacunación como una herramienta de control de la pandemia”, agregó Strella. Consideró que “hoy la población objetivo está mayoritariamente vacunada. Por lo tanto, es lógico esperar que haya desaceleración en el ritmo de vacunación. Comienza a notarse la dificultad de la búsqueda activa de esa población reticente o rezagada por alguna razón”.

La desaceleración de las aplicaciones de vacunas contra el COVID-19 también ocurrió en otros países que iban avanzando rápidamente. En Israel, el 62% de la población tiene el esquema completo. En el caso de Japón, solo alcanzó al 57% de la población, y el 55% en el caso de los Estados Unidos. “Es un proceso de amesetamiento de los planes de vacunación que sucede también en otros países. Está relacionado con las personas que tienen dudas sobre la vacuna o que han decidido no vacunarse”, opinó la médica Leda Guzzi, de la comisión de comunicación de la Sociedad Argentina de Infectología al ser consultada por Infobae.

Desde la perspectiva del investigador en bioinformática del Conicet y la Universidad Nacional de Córdoba, el doctor Rodrigo Quiroga, quien hace un monitoreo de la evolución de la pandemia y la vacunación, la desaceleración de aplicaciones semanales durante setiembre se produce “porque depende de la llegada de dosis desde el exterior. De alguna manera, ahora es más complicado porque tiene que llegar la misma vacuna para los que ya recibieron la primera dosis, como ocurre con el caso del inoculante de Oxford/AstraZeneca o el segundo componente de Sputnik V”.

Uno de los grupos sin vacunar contra el COVID-19 es el de los niños en Argentina. Aún no se autorizó la vacuna para uso de emergencia en ese grupo (EFE/Juan Ignacio Roncoroni)
Uno de los grupos sin vacunar contra el COVID-19 es el de los niños en Argentina. Aún no se autorizó la vacuna para uso de emergencia en ese grupo (EFE/Juan Ignacio Roncoroni)

Dentro del total de las dosis recibidas, ya el 92% se aplicó a nivel nacional, aunque algunas provincias -como Misiones, Salta y Santa Cruz- van más demoradas. “Algunas provincias están acumulando stock porque no están pudiendo aplicar dosis a más personas. Se necesitaría realizar más operativos adecuados para llevar las dosis a zonas rurales”, comentó el doctor Quiroga.

Quiroga remarcó la importancia de aumentar las aplicaciones de vacunas: “Con las vacunas que están disponibles hoy en el mundo, que reducen la probabilidad de infección entre el 60% y el 85%, será difícil que los casos de COVID-19 se mantengan en cero de manera constante. Solo con la vacunación y con la circulación de la variante Delta, alcanzar la inmunidad de rebaño es casi imposible si se considera volver a la vida que teníamos en 2019. Sin embargo, eso no significa que la transmisión del coronavirus no se pueda reducir significativamente. Si las personas mantienen los comportamientos de prevención, como el uso del barbijos, la ventilación en espacios cerrados y el distanciamiento, y si se aumenta el ritmo de la vacunación en la población y si suman a más adolescentes y a niñas y niños, se favorecerá la reducción de casos de COVID-19. De esta manera, la Argentina podría teóricamente mantener cercana a cero la circulación viral”.

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