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El sol acompañó desde temprano y el Circuito San Juan Villicum se convirtió en un verdadero templo del automovilismo nacional. Con 45 mil almas presentes, la cita del Desafío de las Estrellas reunió a fanáticos de todos los rincones del país, que llegaron para vivir una de las fechas más esperadas del Turismo Carretera.
En cada sector del trazado albardonero, las tribunas y los taludes naturales fueron puntos de encuentro para familias, grupos de amigos y peñas fierreras. Las parrillas explotaban con asados y picadas que daban calor a la previa. Los leños encendidos, el humo y el aroma a carne se mezclaban con los colores de las banderas de cada equipo y piloto, creando una postal bien argentina.
El fanatismo tuvo nombres y colores propios: Ford, Chevrolet y Torino dominaron la escena con hinchadas que no pararon de cantar, alentar y flamear sus trapos. Y aunque la histórica rivalidad entre las marcas estuvo presente, la pasión compartida por el TC logró unir a todos en una misma fiesta, donde el rugido de los motores fue el idioma común.
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