En los balcones y patios de la ciudad, un elemento inesperado está revolucionando el cuidado de las plantas: los corchos de vino. Lo que muchos consideran simple basura se ha convertido en un recurso valioso para jardineros urbanos, combinando eficiencia y sostenibilidad con resultados sorprendentes.
El corcho natural -sin tratamientos químicos- ofrece tres beneficios clave cuando se incorpora al sustrato: mejora la aireación de las raíces, regula la humedad y actúa como barrera natural contra plagas.
Su estructura porosa permite que el agua drene adecuadamente mientras mantiene la oxigenación, previniendo dos de los mayores enemigos de las plantas en macetas: el ahogamiento radicular y los hongos por exceso de humedad.
Cómo transformar corchos en aliados del jardín
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