Un grupo de WhatsApp de exalumnos podría ser la pieza que faltaba en el rompecabezas de un crimen de cuatro décadas.
La declaración de un testigo que reside en el exterior -quien confirmó la cercana relación entre Diego Fernández, el adolescente desaparecido en 1984, y Cristian Graf, actual dueño del terreno donde aparecieron los restos- reactivó la causa judicial.
El hallazgo fortuito ocurrió el 20 de mayo pasado cuando obreros excavaban junto a una propiedad que habitó Gustavo Cerati en Belgrano.
Los análisis del Equipo Argentino de Antropología Forense determinaron que los 150 huesos pertenecían a Fernández, quien murió por una puñalada y sufrió un intento de descuartizamiento antes de ser enterrado a 60 cm de profundidad.
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