A veces creemos que la vida se construye solo con decisiones, planes o metas. Pero basta detenernos un momento, respirar profundo y mirar alrededor para darnos cuenta de que hay algo aún más profundo sosteniendo nuestros pasos: los vínculos.
Y entre todos ellos, hay uno que resplandece con luz propia: la amistad.
Desde la mirada del coaching ontológico, no somos seres aislados que simplemente “tenemos” relaciones. Somos en el lenguaje, y nos constituimos en el encuentro con otros.
Es en el espejo del otro donde muchas veces descubrimos quiénes somos, qué sentimos, qué valoramos, e incluso qué posibilidades no estamos viendo. Por eso, cuando hablamos de amistad, no hablamos solo de afecto, de compañía o de risas compartidas. Hablamos de un espacio de apertura, escucha, validación y transformación.
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