Hoy, la escuela se enfrenta a un desafío que nos pone a prueba como docentes: la brecha digital. Por un lado, tenemos a una generación de estudiantes que nos interpela en nuestra práctica cotidiana en el aula y por el otro, tenemos un modelo educativo obsoleto que nos exige seguirlo.
Como señala la ganadora del premio WISE PRIZE 2013, Vicky Colbert, “Si un médico de hace 100 años entrara hoy a un hospital, se sentiría perdido. A un maestro eso no le pasaría. Todo cambió… menos el aula”. Y es que, si bien hemos avanzado en tecnología, el sistema educativo sigue con su modo pedagógico tradicional con pizarras, bancos y sillas.
El Fin del Modo Pedagógico Frontal
Nuestros alumnos de hoy son lo que Marc Prensky llamó “nativos digitales”. Crecen en una era de acceso a la información 24/7, con cerebros cableados para el pensamiento multitarea y la comunicación instantánea. Para ellos, un modelo de clase donde el docente habla sin parar frente a un pizarrón no solo es aburrido, sino que carece de sentido.
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