Especial para Infobae de The New York Times.
Ya era noche un viernes de la primavera pasada, cuando Izzy Pollak decidió comprar dos tokens no fungibles (NFT, por su sigla en inglés) de Bored Ape, lo que significa que compró dos imágenes digitales únicas (en este caso, de monos).
Como propietario de un Bored Ape, ahora posee los derechos comerciales de la imagen digital para hacer lo que le plazca. Muchas personas eligen poner sus NFT como su imagen de perfil en sus cuentas de redes sociales.
(Y si te estás preguntando cómo puede comprobarse la propiedad de un activo digital: cada NFT tiene un número de serie distintivo y el historial de transacciones de cada NFT se almacena en la cadena de bloques, de modo que la gente puede ver quién es el verdadero propietario).
Pollak, de 29 años, quien compró tres más unos meses después, los obtuvo de una colección de 10.000 NFT conocidos como Bored Ape Yacht Club. Algunos de los monos visten chaquetas doradas o túnicas con estampado animal. Otros fuman puro o muestran una amplia sonrisa.
En ese entonces, Pollak, que trabaja para Genies, una empresa emergente tecnológica en Los Ángeles que hace NFT y avatares, no tenía muchos ingresos disponibles. “Vivía en una casa de cuatro habitaciones con tres personas”, comentó. “Todos compartíamos el mismo baño. Me sentía como en la universidad”.
Tampoco había nacido en cuna de oro. Pollak afirmó que durante la crisis financiera de 2008, cuando tenía 16 años, su madre no pudo pagar la hipoteca, por lo que él y sus familiares tuvieron que rentar un apartamento.
El interés de Pollak en los NFT creció cuando escuchó a personas hablar de ellos en la aplicación Clubhouse. “Pensé: ‘Dios mío, esto es una locura. Estoy a punto de gastar cientos de dólares en la imagen de un mono’”, mencionó.
Resultó ser una buena decisión. El otoño pasado, varios meses después de que Pollak adquirió sus primeros NFT, se disparó el precio de sus monos. Vendió uno que había comprado por alrededor de 14 ethers (con un valor de 40.000 dólares el día de la compra) en casi 70 ethers (aproximadamente 231.000 el día de la venta).
Usó el dinero para el enganche de una casa de tres habitaciones y un patio trasero en Los Ángeles.
Ahora tiene tres NFT de Bored Ape. Aún no los vende, pero lo hará algún día. Por primera vez en su vida, siente que sus finanzas van bien.
Un puñado afortunado de personas ahora tienen sus propios relatos de cómo pasaron de la pobreza a la riqueza gracias a los NFT. Tras invertir en el proyecto adecuado en el momento apropiado, algunos coleccionistas y artistas digitales han obtenido “cantidades de dinero que cambian la vida”, señaló Matt Medved, uno de los fundadores de NFT Now, una publicación mediática digital sobre NFT. Algunos están usando los recursos para pagar préstamos estudiantiles, comprar una vivienda o renunciar a empleos que odiaban.
La mayoría de las personas que crean o compran los NFT nunca obtienen ganancias. No hay una regulación o protección al consumidor y hacer transacciones con ellos es, en esencia, tan peligroso como las apuestas. Invertir en criptodivisas es una operación de alto riesgo e involucra muchos conocimientos y suerte; pocos profesionales de las finanzas lo recomendarían y ocurren fraudes con mucha frecuencia.
Medved alienta a las personas a pensar en los NFT como tarjetas de béisbol. “Durante generaciones, nuestra sociedad ha aceptado que las tarjetas de béisbol poco comunes tienen valor”, indicó. “Esta es una tarjeta de Mickey Mantle de las que hay muy pocas y es probable que haya costado 5 centavos de dólar el fabricarla, pero se vendió en 5,2 millones de dólares el año pasado. ¿Y por qué? No por el pedazo físico de cartulina. Se trata de la historia, la rareza, la escasez, la relevancia cultural”.
“Todo se reduce al fanatismo”, agregó.
De igual manera, lo que muchos artistas de NFT crean o lo que invierten los coleccionistas tendrá poco o nulo valor a largo plazo. Sin embargo, existen algunos NFT que se han vuelto muy valiosos y les han dado a sus propietarios y creadores una gran cantidad de dinero en un breve periodo.
Por ejemplo, los Bored Apes que Pollak compró se acuñaron (salieron al mercado) por 0.08 ethers (200 dólares la primavera pasada). Ahora, menos de un año después, el más barato cuesta alrededor de 73 ethers (alrededor de 190.000 dólares). El ether puede convertirse en efectivo en las principales plataformas de criptodivisas como Coinbase y Gemini y, después, transferirse a una cuenta bancaria.
Claire Silver, una artista de treinta y tantos años que trabaja con inteligencia artificial, es otro caso de éxito de los NFT. En 2017, alguien que ella conoció en Slack le dio tres CryptoPunks, una colección de 10.000 personajes únicos de arte con píxeles generados a través de un algoritmo.
“Estaba en una sala de chat sobre criptomonedas y conocí a un chico que estaba interesado en arte”, relató Silver, quien lleva un estilo de vida nómada, pero en fechas recientes vivía en Denver. Ella asegura que el chico le dijo que tenía 730 CryptoPunks. “Y me preguntó si quería tener tres. Le respondí: ‘Seguro’”.
En 2017, los coleccionistas podían conseguir CryptoPunks gratis siempre y cuando tuvieran una cartera de Ethereum. Ahora, el más barato se vende en alrededor de 68 ethers (casi 175.000 dólares).
Silver se aferró a los suyos hasta 2020 cuando escuchó rumores de que se estaban vendiendo por mucho dinero. Vendió uno en julio de 2021 en cerca de 60.000 dólares y todavía posee dos. Muchos se venden por cifras de hasta seis dígitos. Uno se vendió el mes pasado por casi 600.000 dólares.
Ella también crea sus propios NFT y, al igual que todos los artistas de NFT, obtiene dinero de la venta original y podría recibir un 10 por ciento de cada venta posterior. Una de sus obras se vendió por 15 ethers (63.000 dólares en ese momento).
Ha ahorrado tanto dinero que al fin se siente financieramente segura, al menos por ahora. “Esta cantidad de dinero es muy importante para mí porque crecí en la pobreza”, expresó. “Tuvimos que aceptar donaciones de la iglesia para comer durante mi infancia. El otro día entré a Walmart y pensé: ‘Puedo comprar queso, puedo comprar café del bueno’. Nunca antes había experimentado esa libertad”.
Hace solo dos años, Alex Lugo, de 29 años, que vive en Lindenhurst, Nueva York, era chofer de camiones para mantener a su esposa y a sus dos hijos de 9 y 5 años. “Ganaba 25 dólares la hora”, relató. “Eso no es nada en Nueva York”. Decidió inscribirse en un programa para aprender a hacer transacciones con criptomonedas y cambió el destino de su familia.
Aunque algunos coleccionistas compran NFT selectos y los conservan durante años, él vende muchos a corto plazo. “Terminé comprándolos y revendiendo algunos de ellos por 10.000 [dólares], algunos por 30.000, otros por 5.000, 2.000”, indicó.
También se ha beneficiado por invertir en tipos más nuevos de NFT. “Tengo bienes raíces en el metaverso junto a la sede de Adidas”, mencionó. “Es como ser propietario de bienes inmuebles en Los Hamptons porque ¿qué va a hacer Adidas cuando quiera ampliarse? Me van a ofrecer dinero y pagarme millones de dólares para que me mude”.
(“Esto suena especulativo, no a algo que pueda ser comprobado con facilidad”, opinó Medved en un correo electrónico).
Lugo ganó tanto dinero con estas ventas individuales que renunció a su trabajo como conductor de camiones en enero de 2021. Ahora afirma que ha podido reunir una cantidad significativa de ahorros para sus hijos, quienes “tendrán la libertad de elegir qué desean hacer con su vida”.
En la actualidad vive con su familia en un apartamento de dos recámaras, pero está buscando comprar una casa con cuatro recámaras en Lindenhurst.
Aunque algunas personas se están enriqueciendo con los NFT, Medved le aconseja a la gente que recuerde que muchos otros proyectos con NFT pierden valor con el tiempo. “Nunca debes invertir más dinero del que estás dispuesto a perder”, advirtió. “El espacio de los NFT, como el espacio cripto, es muy volátil y los mercados suben y bajan con mucha rapidez”.
“Pienso que muchos NFT terminarán con un valor de cero a largo plazo. El éxito depende de tu habilidad para escoger los mejores proyectos, y eso no es fácil”, concluyó.