El último proyecto personal del campeón del 78 fue crear una escuelita de fútbol en Mendoza. Leopoldo Jacinto Luque alcanzó a cumplir ese sueño durante un año y tuvo que suspenderlo cuando llegó la pandemia. Casi no salía, sabía que con 71 años, triple by pass coronarios, obstrucción pulmonar y diabetes, era una persona de riesgo. Aun así seguía activo a través de Zoom, feliz con el rol que le había asignado River como seleccionador de talentos futbolísticos en Mendoza, San Juan y San Luis.
Para su escuela de fútbol había elegido un sitio tranquilo, alejado del centro, con muchas hectáreas de césped y árboles frondosos para los entrenamientos. El predio ubicado en la localidad de El Sauce, en Guaymallén, es la sede del club Don Bosco, de los curas salesianos.
Luque fue a visitar a los curas a la iglesia para proponerle crear su propia cantera. Fueron más de 40 chicos, de 5 a 14 años, que dirigió junto a su cuñado y entrador Carlos López. Los equipos estaban en formación y se preparaban para competir. Se hacían llamar el “equipo de Luque”. Esos mismos pibes que al saber hoy de su partida, lo lloran.
Una lluvia torrencial, en una tarde gris, despidió al goleador, que además de la Selección brilló en River donde ganó cinco campeonatos. Luque había llegado en 1986 a Mendoza como entrenador del Deportivo Maipú, del Nacional B. Siguió como DT de otros equipos locales: Independiente Rivadavia, Gimnasia y Atlético Argentino.
En la década del ‘90 decidió radicarse definitivamente en Mendoza, donde formó pareja con la agrimensora Claudia López. Desde entonces, aunque había nacido en Santa Fe, decía que en la provincia del vino había encontrado “su lugar en el mundo”. Tenía tres hijos de su anterior matrimonio y crió como hijos del corazón a los dos hijos de Claudia, desde que eran pequeños.
Leopoldo Luque en 2018.
Había dado positivo por Covid el 29 de diciembre. Los primeros días los pasó en su casa. Pero en enero debió ser derivado a la Clínica de Cuyo a raíz de una baja saturación de oxígeno. Pasó a terapia intensiva y nunca salió.
A pedido de su familia, el velatorio fue íntimo en una sala privada a pocas cuadras de su casa. Las puertas de la cochería Boschin se abrieron de 19 a 21 horas de este lunes feriado, con un límite de 20 personas en el interior. Luego, la sala fue cerrada y volverá a abrirse a las 9 del martes, para trasladar su cuerpo hasta un crematorio, según establece el protocolo para los fallecidos por coronavirus.
De perfil bajo, humilde, Luque era considerado a un vecino más por los habitantes de Villa Nueva, en Guaymallén. Era habitual encontrarlo en ronda de amigos en un café, en una cancha o en un asado.
Familiares y amigos de Luque en el velatorio. Foto:Nicolás Rios / Los Andes
Por eso, muchos de sus vecinos se acercaron a despedirlo: “Lo conocí en 1980, una noche en el Luna Park”, dice Edgardo Hidalgo (68), un jubilado que se acercó en bicicleta a despedir al ídolo. Cuenta que pudo recordarle a Luque, en un encuentro eventual en una cancha en Mendoza, la anécdota de aquella noche memorable: “Habíamos ido con amigos a ver una pelea y nos encontramos a Luque con bigotes, muy jovencito. Estaba con Daniel Passarella, Pablo Comelles y Horacio Rodríguez. Accedieron a sacarse una foto con nosotros. Todos mis amigos eran de River y yo, el único de Boca. Entre broma y broma, me acerco a Passarella y le digo: somos ‘dos bosteros rodeados de gallinas’. Todos rieron”, asegura.
Otros admiradores del goleador, se acercaron en silencio a dejar una flor en la frente de la sala velatoria, rezar o despedirlo con una lágrima.
Mendoza. Corresponsalía.