Curación o corazón. No está claro por qué, pero si se sabe que una de esas dos palabras marca el origen del nombre de la isla de Curazao, ubicada en el mar de Antillas, unos 50 kilómetros al norte de Venezuela. Tierra de caquetíos o de “gigantes” como la bautizó Américo Vespucio, fue colonia española, lugar de paso para portugueses y más tarde quedó en manos de la corona neerlandesa. Sufrió dos invasiones inglesas que fueron repelidas (¿les suena?) y estuvo un tiempo bajo la soberanía de Venezuela hasta que una deuda impaga la devolvió a manos de Países Bajos.
En pleno boom petrolero en las tierras de Simón Bolívar, Curazao se transformó en en el hogar de una de las dependencias más importantes del gigante de la refinería Shell. Y fue por ese motivo que durante la II Guerra Mundial, cuando la madre patria naranja quedó bajo las garras nazis, los británicos y los estadounidenses establecieron bases militares que permanecieron en pie, incluso, cuando la isla volvió a quedar bajo la tutela de la Casa de Orange. Hubo que esperar hasta principios de este siglo para que el país se independizara, más allá de que sus habitantes siguen teniendo pasaporte de los Países Bajos.
Como se lee en este apresurado e impreciso resumen, demasiado ajetreo para una pequeña isla con 170 mil habitantes y con un área total de 444 kilómetros cuadrados, un poco más de dos veces la superficie de la Ciudad de Buenos Aires.
En Curazao, más allá del dominio neerlandés desde hace más de cinco siglos, se habla papiamento, una lengua criolla que mezcla, muy bien mezclados, el español y el portugués. Y en los últimos tiempos, además de ser un destino turístico de ensueño, se respira fútbol y se sueña con jugar un Mundial, como aquel deseo de un Diego Maradona adolescente, embarrado y en blanco y negro que no falta en ninguna de las evocaciones al Diez.
Es que la Selección de Curazao tiene entre cejas la clasificación para Qatar 2022 y la ambición, por ahora, tiene bases sólidas. Dos partidos jugados y dos partidos ganados en el inicio del grupo C de las Eliminatorias de la Concacaf, con siete goles a favor y apenas uno en contra que le permiten liderar su zona junto con Guatemala. En el primer partido, el pasado 25 de marzo, goleó 5-0 a San Vicente y las Granadinas en el Ergilio Hato de Willemstad, la capital del país. Tres días más tarde le ganó 2-1 a Cuba, que hizo de local en el estadio Doroteo Guamuch Flores, de la Ciudad de Guatemala.
El arranque ideal para descansar y esperar tranquilos el duelo del 5 de junio contra Islas Vírgenes Británicas y la “final” ante Guatemala, el rival más poderoso de la zona, programada para tres días después. El ganador del grupo avanzará a una segunda ronda con los vencedores de los otros cinco grupos. Será un duelo mano a mano, ida y vuelta, que entregará tres tickets para la tercera ronda, donde aguardan cómodos Costa Rica, Estados Unidos, Honduras, Jamaica y México, las potencias continentales. Dirán ustedes que falta un montón. Es cierto. Pero también es cierto que nunca antes estuvieron tan cerca…
El Mago Hiddink
Guus Hiddink, un DT con experiencia de la escuela neerlandesa. Foto: EFE
Para entender este fenómeno hay que empezar a hablar de nombre propios. Y el gran nombre propio en esta aventura es el de Guus Hiddink, el experimentado entrenador neerlandés que a los 74 años encontró un lugar paradisíaco para desarrollar su propia versión de la escuela del fútbol total.
Su currículum como DT va desde su despegue al frente del PSV Eindhoven que fue campeón de Europa, pasando por el Real Madrid que ganó la Copa Intercontinental en 1998 y el todopoderoso Chelsea, hasta llegar a su vasta experiencia como seleccionador que incluyen dos semifinales mundialistas con Holanda (Francia 1998) y Corea del Sur (Corea-Japón 2002), unos octavos de final con Australia (Alemania 2006) y semifinales de una Eurocopa con Rusia (2008). También dirigió a Turquía y China, donde no le fue del todo bien. Una carrera tan larga y tan exitosa que, obviamente, no está exenta de tropezones.
La cuestión es que desde agosto 2020, en tiempos de pandemia y de primera ola, Hiddink llegó a Curazao. Y no lo hizo para domar reposeras ni para catar daiquiris mirando al mar. “Si me preguntan, ¿vamos al Mundial? Entonces digo: “sí, vamos al Mundial. Vamos a hacer todo lo que podamos. La ambición está ahí y sería fantástico si Curazao llega a la Copa del Mundo. Vamos a trabajar duro para ser lo más fuertes posible como equipo”, sostuvo El Mago de Varsseveld al ser presentado.
Mauricio Pochettino y Guus Hiddink en 2016 durante un duelo entre Tottenham y Chelsea. Foto: Reuters
Pero Hiddink no es el único héroe en este lío. Tampoco es que cayó de un paracaídas y se encontró con una organización improvisada. Curazao, que en 2010 tomó el lugar de las desaparecidas Antillas Holandesas en el ámbito de la FIFA, ya había llevado a otra gloria del fútbol neerlandés para articular su despegue.
En 2015 llegó a la isla Patrick Kluivert, ex goleador de Ajax, Milan y Barcelona, para hacerse cargo del seleccionado. No sólo aportó su experiencia como internacional, sino que también diseñó un plan de captación de futbolistas con ascendencia curazaleña que jugaban ligas de Europa. No debió pensarlo mucho. El mismo podría haber jugado para Curazao, ya que su madre, Lidwina, nació en la isla en tiempos de dominación absoluta de la corona neerlandesa.
Así fue como Curazao comenzó a competir de igual a igual con otros seleccionados de mayor tradición en la órbita de la Concacaf. Logró, por ejemplo, la clasificación para la Copa de Oro de 2017 y más tarde se consagró campeón por primera vez de la Copa del Caribe. Ya no estaba Kluivert, quien había vuelto a Europa para trabajar en La Masía del FC Barcelona, pero sí su asistente, Remko Bicentini, hijo de una gloria all star del fútbol caribeño, que actualmente se desempeña como asistente técnico de la selección de Canadá.
La legión extranjera
Cuco Martina, en sus tiempos en el Southampton de Inglaterra. Foto: AFP
Entre Rijkaard y Bicentini colocaron los cimientos sobre los cuales Hiddink busca edificar la hazaña que será, si se concreta, la por ahora lejana participación mundialista de Curazao. Pero nada puede hacerse sin jugadores. Y ahí es donde aparecen las figuras de este equipo que quiere hacer historia. El emblema es Cuco Martina (31 años), nacido en Rotterdam y que hasta hace poquito jugaba como lateral derecho en el Everton de la Premier League. Y lo secundan los hermanos Bacuna,
Juninho y Leandro, que son oriundos de Groninga, una provincia neerlandesa, y que actualmente juegan en el Championship inglés. Juninho (23) es mediocampista del Huddersfield Town y Leandro (29) es zaguero en el Cardiff City tras sus pasos por Aston Villa y Reading, siempre en la antesala de la Premier League.
Leandro Bacuna persiige a Sergio Agüero en un duelo entre Aston Villa y Manchester City de 2015. Foto: AFP
Acaba de sumarse, de la mano de Hiddink, Vurnon Anita (31), que nació en Willemstad y que como juvenil y como mayor representó a la selección de Países Bajos -estuvo a punto de jugar el Mundial de Sudáfrica 2010, pero se quedó sin lugar en el último corte-.Y ahora, gracias a los últimos cambios reglamentarios de la FIFA, puede representar a Curazao mientras defiende los colores de RKC Waalwijk en la Eredivisie -la primera división neerlandesa-, al que llegó luego de pasar por Ajax, Newcastle, Leeds United, Willem y CSKA Sofia.
Vurnon Anita trata de esquivar la entrada de Erik Lamela en un duelo entre Newcastle y Tottenham en 2015.
Y hay más. Para todos los gustos y por todo el mundo. Anthony van den Hurk (28), que juega para el Helsingborg de Suecia, nació en Países Bajos y como Anita se puso la camiseta naranja como juvenil, pero ahora también fue reclutado por Hiddink para su Curazao. Debutó en la goleada ante San Vicente y las Granadinas y enseguida pagó con un gol. El mismo recorrido que Jeremy Antonisse (19), que actualmente defiende los colores del PSV Eindhoven y estuvo en las selecciones menores de los naranjas.
Si se habla de delantero con oficio no se puede obviar al histórico Gevaro Giomar Magno Nepomuceno (29), con 44 partidos y 8 goles en Curazao, que milita en el Dinamo de Bucarest tras pasos por Portugal e Inglaterra. Basta con mirar el plantel para ir rápido al mapamundi (mejor al Google Maps) para rastrear dónde juega cada uno de los hombres de Hiddink. Ahí aparecen, por citar un par de ejemplos, Zeus de la Paz (26), arquero que milita en la USL de Estados Unidos y que es suplente de Eloy Room (32), ex PSV Eindhoven que juega para el Columbus Crew de la MLS. O Rangelo Janga (28), que hasta hace poco metía goles para el Astana en Kazajistán.
El mundo globalizado, como se ve, entra en los 444 kilómetros cuadrados de Curazao. La isla de la Curación -porque dicen que las frutas del lugar eran buenas con su vitamina C para curar el escorbuto que tenía a maltraer a los colonizadores portugueses- o la Isla del Corazón -porque rápidamente se transformó en un centro comercial como puerta de entrada de Latinoamérica- ahora quiere ser la isla del Mundial.
MFV