En el último encuentro del ciclo Guión Bajo, programado por Experiencia Leamos para pensar junto a sus creadores, los guiones de cine y tevé de esas historias que nos marcaron la vida, Franco Torchia recibió a Claudia Piñeiro. Piñeiro ha publicado, entre otras, las exitosas novelas Las viudas de los jueves, por la que recibió el Premio Clarín de Novela en 2005, Elena sabe, Premio LiBeraturpreis 2010, Las grietas de Jara, Premio Sor Juana Inés de la Cruz 2010, Betibú, Un comunista en calzoncillos, y ha obtenido diversos premios nacionales e internacionales, como el Premio Pepe Carvalho del Festival Barcelona Negra. Varias de sus novelas han sido llevadas al cine y tiene el mérito de ser una de las escritoras argentinas más traducidas a otros idiomas. En la actualidad, escribe el guion de “El reino” junto a Marcelo Piñeiro.
La condición de dramaturga, guionista y escritora de Piñeiro fue, quizás, el escenario ideal para repensar algunos de los temas y problemas que se conversaron a lo largo de los encuentros del ciclo, a través de una mirada “cruzada” por estas experiencias y prácticas de escritura diferentes que propone el cine, la televisión y el teatro. “Cuando vos escribís literatura, estás solo, rumeando en tus propias cosas. Cuando trabajás con otros, hay un intercambio permanente, un brainstorming, una cosas lleva a la otra, una cosa no funciona, tirar ideas y recién después escribir…”, sostiene Piñeiro describiendo un recorrido que, a lo largo de la conversación, fue y vino de la experiencia personal, las condiciones de producción de las diferentes escrituras, y el análisis de las audiencias, no siempre entendidas, en su real y amplia complejidad, por quienes definen los contenidos a filmar en los diferentes formatos y plataformas de exhibición.
El siguiente es un extracto de la entrevista, que los suscriptores de Leamos pueden revivir completa en la página de Experiencia Leamos.
–¿Cuál dirías que es la diferencia entre los guiones de tevé de antes y las producciones para las plataformas actuales?
–Las series hoy están a medio camino entre la televisión y el cine. Tenés el relato fragmentado como eran las tiras, pero hay una forma de pensar que tiene mucho que ver con el cine, en el cómo se cuenta una historia. Antes, por ejemplo, primaba la lógica de los bloques, y al final de cada uno, se imponía un suspenso para retener al televidente en la tanda. Hoy, el suspenso que impone una plataforma se produce al final de cada temporada: un final abierto, para ver si se engancha a la audiencia en una segunda temporada.
–¿Cuál es, sin spoilear, el tema de “El reino,” la serie que están llevando a cabo junto a Marcelo Piñeyro?
–“El reino” hace foco en las iglesias evangélicas, pero sobre todo, en la apropiación de las derechas políticas de América latina, pero también, de Europa, que usan a esas iglesias y sus fieles para sus propios beneficios. Esto, claro está, más allá de la gente que elige honestamente esos cultos, que de por sí son muy conservadores. El efecto de lo que observamos ahí es una verdadera bomba de tiempo.
–¿Por qué se demoró tu regreso al mundo del guión? ¿Preferíste simplmente la literatura?
–El streaming (el de calidad) se convirtió el lugar donde hoy se cuentan las historias. La literatura es también un lenguaje, y una manera de contar historias, pero hoy nos pasamos hablando de los streamings, que por cierto son historias que fueron antes novelas, aunque no necesariamente exitosas. Hoy hay muchos escritores que coquetean o se vuelcan directamente al streming: [Arturo] Peréz Reverte, [Santiago] Roncagliolo, y hasta Samantha Schweblin.
–¿Cómo fue la experiencia de las adaptaciones de tus novelas?
–Nunca me quise meter en esas adaptaciones. Si lo toman otros artistas, harán otras cosas. Sí leí los guiones, pude conversar, y tuve siempre intercambios razonables. Pero en realidad, temo no lograr la distancia necesaria para hacer una adaptación audiovisual, y tomar las decisiones que hay que tomar. En el cine hay mucho más que mostrar que decir. El juego de las palabras queda reducido, fundamentalmente, a los diálogos. Y si no, recordemos a Manual Puig, a quien todo lo que le proponían le venía mal y por eso tardaban tanto tiempo en filmarse sus novelas.
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