La atleta bielorrusa, Krystsina Tsimanóuskaya recibió el lunes un visado humanitario de Polonia. La velocista fue amenazada con ser repatriada de manera forzosa a su país, tras criticar a las autoridades deportivas en los Juegos Olímpicos de Tokio.
El caso llega tras casi un año de feroz represión de cualquier protesta en Bielorrusia, una antigua república soviética situada entre Rusia y la Unión Europea y gobernada con mano de hierro desde 1994 por el presidente Alexander Lukashenko.
Tsimanóuskaya teme ser encarcelada si regresa a su país, que en el último año ha visto miles de detenciones y exilios forzados de opositores, así como la eliminación de muchos medios independientes.
Krystsina Tsimanouskaya compitiendo en los Juegos Olímpicos de Tokio.
(AP Photo/Petr David Josek)
“Le pido ayuda al Comité Olímpico Internacional. Me presionaron y están tratando de sacarme del país por la fuerza sin mi consentimiento. Le pedí al COI que interviniera“, declaró Tsimanouskaya en un video en Telegram.
Krystsina Tsimanóuskaya, de 24 años, explicó el domingo que se vio obligada a poner fin a su participación en los Juegos por orden del entrenador de su equipo.
Unos días antes, había criticado duramente a la Federación Bielorrusa de Atletismo por obligarla a participar en el relevo de 4×400 metros, cuando en principio debía correr los 100 y 200 metros. Según ella, el cambio se debe a que otros dos atletas no habían superado un número suficiente de controles antidopaje.
La prensa esperando por Krystsina Tsimanouskaya afuera de las oficinas de la policía en el Aeropuerto de Haneda.
REUTERS/Issei Kato
La atleta fue escoltada al aeropuerto por funcionarios del Comité Olímpico Nacional de Bielorrusia donde debía pasar la noche en un hotel antes de regresar a su país. Pero desde el hotel, durante la noche, contactó con responsables del comité de organización de los Juegos para que la ayudasen a no tomar el avión hacia Bielorrusia.
La deportista rechazó el regreso forzoso porque dice tener miedo de acabar en la cárcel y finalmente acudió a la embajada polaca en Tokio, y el gobierno polaco confirmó que le había concedido un visado humanitario.
“Polonia hará lo que sea necesario para ayudarla a continuar su carrera deportiva”, escribió en Twitter el viceministro polaco de Relaciones Exteriores, Marcin Przydacz, cuyo país acoge a muchos disidentes bielorrusos.
La opositora bielorrusa en el exilio, Svetlana Tijanóvskaya acusó a los responsables olímpicos de su país de intentar secuestrar a la atleta. “Ni un solo bielorruso que haya cruzado las fronteras del país está a salvo, porque podrían intentar secuestrarlo”, escribió en Telegram el domingo, pidiendo sanciones internacionales más fuertes contra Minsk.
El incidente se produce mientras el régimen de Lukashenko, cuyo hijo Viktor dirige el Comité Olímpico Nacional, continúa con la implacable represión de los activistas prodemocráticos. En cuanto a la televisión estatal bielorrusa, criticó a la atleta diciendo que había “convertido su aparición en Tokio en un escándalo grandioso”.