La imagen preocupó. Miguel Angel Russo recibió un duro golpe en Guayaquil. Justo después del gol de Barcelona para el 1-0, el entrenador de Boca voló por el aire y se vivió un momento de tensión. Pero por fortuna se levantó rápido con su sonrisa característica.
Iban 20 minutos del segundo tiempo. Garcés hacía menos de cinco minutos que había abierto el marcador para Barcelona sobre Boca. Y en una jugada aislada se congeló el aire en la calurosa Guayaquil: el lateral Pineida corría contra la banda izquierda cuerpo a cuerpo con Nicolás Capaldo y no llegó a dominar la pelota que se perdió afuera.
Pero el futbolista ecuatoriano venía a toda velocidad, se resbaló y no pudo detenerse antes de impactar contra los dos tobillos de Russo que dio una vuelta en el aire y cayó de espaldas. Se temió lo peor. Pero el entrenador de Boca mostró un gran estado físico y resistencia a los golpes de su época de jugador como volante central.
Enseguida Pineida, Capaldo y el cuarto árbitro fueron encima del técnico para chequear su estado de salud. Pero Miguel se levantó y exhibió su particular dentadura. Aceptó las disculpas del futbolista y enseguida siguió con lo suyo.