El arribo de Sebastián Báez a las semifinales del Masters Next Gen -sorpresivo por los antecedentes del argentino en cuanto a ranking y experiencia en canchas muy rápidas y bajo techo como la del torneo milanés pero que no debería llamar la atención por el nivel de juego exhibido en sus tres presentaciones más allá de los resultados- viene de la mano con un aspecto para destacar.
Los wild cards son las invitaciones especiales que disponen los organizadores de cualquier tipo de torneos para asegurar en sus cuadros las presencias de jugadores que, por distintas razones, no entran directamente. Los wild cards son reservados para grandes figuras que deciden jugar a último momento, para campeones que perdieron ranking o para promesas en ascenso que necesitan de esa ayuda para evitar pasar por el filtro de las duras clasificaciones. En el caso de Báez es el único de los ocho protagonistas del Masters que no recibió una sóla invitación en la temporada. Es decir que todo lo que hizo en 2021 fue a puro esfuerzo. Sin ayuda externa.
El danés Holger Rune, ex 1 del mundo junior, recibió nueve wild cards en la temporada. Por méritos deportivos pero también por ser jugador de una empresa que organiza torneos (como el de Buenos Aires, por ejemplo). Y eso abre puertas. Rune jugó gratis en Indian Wells, Bastad, Barcelona, Montecarlo, Marbella, Buenos Aires, Santiago (la clasificación) y un challenger en la capital chilena. Ni siquiera Carlos Alcaraz, la gran estrella de su generación, tuvo tanto apoyo.
Báez tendrá este viernes su examen más difícil justamente ante Alcaraz. Quizá, después del Masters, muchos comiencen a pensar más en él antes de otorgar algún wild card.